La importancia del reciclaje nacional de baterías a base de plomo

Cada año, en los Estados Unidos, se eliminan unos 100 millones de baterías automotrices y otras unidades a base de plomo. La mayor parte de ellas son adecuadamente recicladas en diez fundiciones que operan allí en la actualidad. Quemetco y sus compañías afiliadas operan tres de estas fundiciones estadounidenses.

A pesar de los esfuerzos para asegurarse de que todas las baterías de plomo nacionales sean recicladas en los Estados Unidos, durante la última década ha habido un aumento meteórico en el número de baterías enviadas a otros países para su reciclaje. De 2002 a 2013, la cantidad de baterías de plomo agotadas que se exportaron desde los Estados Unidos aumentó cerca de 20,000 veces; solamente en 2013 se exportaron 1,400 millones de libras de baterías de plomo-ácido agotadas. Algunas estimaciones indican que el 20% de todas las baterías producidas en los Estados Unidos son ahora recicladas en otros países. México representa el principal destino de las baterías exportadas, pues en 2013 recibió más del 77% del total.

Desafortunadamente, si bien México recibe la mayor parte de las baterías exportadas, se estima que está más de 35 años retrasado con respecto a los Estados Unidos en cuanto a reducción de emisiones de plomo en las fundiciones de plomo secundario. En los Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y otras agencias estatales que regulan la calidad del aire han continuado aumentando los requisitos de las fundiciones de plomo y reduciendo la cantidad de emisiones permitidas. Esto ha impulsado mejoras tecnológicas para reducir aún más las emisiones.

Quemetco y sus compañías afiliadas han invertido cerca de $100 millones para instalar precipitadores electrostáticos en húmedo (WESP) en sus fundiciones de plomo secundario en los Estados Unidos. Esto ha permitido reducir las emisiones de plomo de estas plantas en más del 95% y ha definido una norma de la industria que otras empresas de ese país han comenzado a seguir.

La historia de la regulación en países como México es totalmente diferente. La inacción gubernamental sigue permitiendo que las fundiciones operen con un mínimo de supervisión. Los resultados han sido instalaciones anticuadas que funcionan con muy pocos controles de contaminación, supervisión limitada y sin mandatos de actualizar sus plantas instalando equipos de última generación. En 2014, el gobierno mexicano propuso reglas para comenzar a regular las emisiones de plomo, pero aun si estas normas se promulgasen y aplicasen en pleno, las políticas mexicanas sólo se asemejarían a los requisitos establecidos por la EPA para los Estados Unidos en 1978.

Actualmente, una instalación típica de reciclaje en México emite veinte veces más contaminación que las instalaciones análogas que operan en los Estados Unidos. El envío desde los Estados Unidos a México de miles de millones de libras de baterías de plomo agotadas para su reciclaje crea un considerable problema ambiental y sanitario para los ciudadanos mexicanos, especialmente para las poblaciones desfavorecidas y de escasos recursos.

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